Este fin de semana, ojeando una revista ( Yo Dona ) he encontrado un artículo que me ha llamado la atención y que creo que guarda relación con la distinta organización de los centros escolares:
El informe Pisa 2010 revela que, una vez más, España suspende en educación. Algunos desean volver a la disciplina férrea y al aprendizaje de memoria. Esto podría colocarnos en le número uno a costa de inculcar a los alumnos la competitividad extrema y cargarles con horas de deberes. En las antípodas se encuentra Finlandia, número dos de la lista que optó por corrientes pedagógicas más modernas en las que el alumno aprende a su ritmo y el maestro no es un mero cantor de lecciones. La idea es pasar de la enseñanza pasiva a la activa.
Nuestra sociedad no tiene nada que ver con aquella en la que se diseñó el modelo educativo tradicional; "es necesario cambiar los roles, el maestro ya no puede ser el que enseña, sino un dinamizador de la clase que guíe al alumno hacia el conocimiento" cuenta Jesús Joven, director del colegio Montserrat 2, donde han optado por una nueva metodología en la que eliminan el libro de texto para primar el aprendizaje de la búsqueda, selección, descriminación de la información y el trabajo en equipo.
Waldorf, Estudio o Montessori son algunos de los pocos centros que abogan por metodologías más participativas; por el ejemplo, el método Montessori trabaja con materiales propios muy sensitivos, porque María Montessori descubrió que cuantos más sentidos se empleen en el aprendizaje más sólido será. Sus clases no se ajustan a los tradicionales cincuenta minutos, sino que se dividen en bloques de al menos dos horas para no interrumpir la concentración del niño. En el aula, la mitad de los chicos trabajan en lengua y la otra mitad están con matemáticas.
Dentro de la enseñanza pública, el colegio Príncipe de Asturias de Madrid, fue uno de los pioneros en recurrir a los métodos más innovadores. Las clases no se dividen por cursos de edad, sino que se agrupan primero y segundo, tercero y cuarto y quinto y sexto. Las aulas son temáticas, es decir, los alumnos cambian de clase para pasar a matemáticas y lengua.
En muchas comunidades se están pidiendo más autonomía para los centros con el fin de cumplir su proyecto educativo, como decidir el uso o no de los libros de texto, organizar los horarios, dividir las clases o decidir la agrupación del alumnado. Aunque hay colectivos de docentes que piden un cambio, la mayoría del profesorado es reticente, entre otras cosas, por el aumento del trabajo que supone un modelo activo.
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